lunes, 15 de agosto de 2011

Introducción

He vivido tan rápido mi vida que casi sin darme cuenta he llegado a la vejez, podría contar mi historia, pero prefiero comenzar por la historia de mi padre, Feragor, aunque muchos lo conocían por el nombre de "Mata sombras". Esta aventura nunca será olvidada por la gentes de este mundo, fue una hazaña digna de guerreros y yo tuve la suerte o la desgracia de pertenecer a ella. Fueron tiempos duros, pero aún así permanecimos juntos y nunca me arrepentiré de haber conocido a formidables guerreros que sucumbieron bajo las garras de las maldades. Esta aventura estuvo mucho tiempo prohibida e incluso se amenazó de muerte a quien fuera capaz de saltarse las leyes y contarla. Yo tengo la suerte, o mejor dicho, la obligación, de contárosla.

Ya hace tanto tiempo que casi ni me acuerdo. Recuerdo que fuera llovía y que yo no podía dormir. Miraba hacia el suelo pensando e intentando imaginarme a mí mismo jugando con mis amigos sin tener que trabajar. Cuando de repente, oí un estruendo fuera, me asomé a la ventana asustado y vi una sombra pasar justo por delante de mí. Sentí que se me helaba la sangre y noté el pulso de mi corazón en mi pecho, era como si un martillo golpease contra una pared, también sentí mis uñas clavarse contra las palmas de mis manos. De repente, vi algo que nuca dejaría de recordar: uno de los vigilantes gritó y se podía ver en su cara plasmado el miedo y la sin razón. Se echó a correr pero resbaló,entonces la sombra que había visto se abalanzó contra él. Fue cuando lo vi por primera vez, era un hombre de mediana edad, con un sombrero marrón oscuro, un chaleco y unos pantalones que no había visto nunca, su cara era un enigma para mí. Tenía un tatuaje enorme en el pecho y otro en el hombro, una cicatriz enorme cubría la parte derecha de su cara pasando por la cavidad del ojo, atravesando también la parte derecha de sus labios. En la espalda, portaba una vaina con una espada enfundada y un correaje que sostenía una espada mas pequeña. El hombre, que todavía era un enigma para mí, se interpuso entre la sombra y su presa y dijo con voz rota:
-Sé a que has venido, y no te dejaré que te lo lleves.
En ese momento, la sombra cobró la forma de un jaguar y se abalanzó contra el misterioso hombre, sin más dilación, el hombre desenvainó la espada, y una luz cegadora afloró de la vaina, a medida que el hombre sacaba su espada. Una vez hubo desenvainado completamente la espada, pude verla. Era una espada con un mango enorme cubierto de hilo y una hoja tremendamente grade y muy afilada que tenía grabada una frase: "Gladiis".
Empuñó la espada con las dos manos y corrió hacia la sombra que también había empezado a correr, levantó la espada y atravesó a aquel ser que parecía haber sido sacado del mismo infierno, partiéndola en dos. La sombra desapareció dejando un rastro de líquido azul y un rugido devastador impulsado por las miles de almas que habían sucumbido bajo aquella sombra demoniaca.
El hombre envainó la espada y se dirigió a donde se encontraba mi casa, de una patada entró en la casa y comenzó a buscar por todas las habitaciones.Yo, muerto de miedo, me escondí debajo de la cama y no pude evitar que me temblaran todas las partes de mi cuerpo por el miedo que sentía. El hombre continuaba rebuscando por toda la casa y por mi cabeza pasaron miles de ideas, todas sobre la causa por la que el hombre tuviese tanto interés en mi casa. Derrepente, todo quedó en silencio, de tal manera que sólo se escuchaban los pasos del extraño. Entró en mi habitación y se sentó en la cama, se tomó un tiempo y luego se acostó. Yo me quedé inmovil y planeé escaparme en cuanto se quedara dormido, pero mi plan se entorpeció cuando alquel hombre soltó su espada que, al chocar contra el suelo, me asustó y grité. El hombre inmediatemente se levantó y miró debajo de la cama. Al verme escondido y muerto de miedo, me miró a los ojos y me dijo con una voz tranquilizadora:
-No tengas miedo, no te haré daño.

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